CAPITULO DUODÉCIMO



Está demasiado cansada para ponerse a desempacar. Diez horas de vuelo, son muchas horas. Se mete en la ducha, deja caer el agua caliente sobre su cuerpo desnudo y cierra los ojos. Durante unos minutos, las imágenes de un pasado no tan lejano la acompañan.
Mentiría si dijera que durante estos últimos meses no ha pensado en ellos. No quiere mentir, sobre todo, no quiere mentirse a si misma.
El tiempo y la distancia le han dejado las cosas claras, o casi. Ama a los dos. A uno, con la fuerza y la pasión que desprende en cada gesto, en cada mirada, en cada palabra. Al otro, con la ternura y el cariño que siempre le demostró, pero ahora sabe, que lo ama como se ama a un amigo.
- ¿Qué habrá sido de ellos durante este tiempo?, piensa mientras se mete en la cama - Bueno, esta bien, he de pensar en mañana.
Y piensa. En un sin fin de cosas que debe hacer. Preparar una pequeña introducción para la presentación del libro que tendrá lugar el sábado y luego, debe asistir a una fiesta en la embajada española. Tiene que salir de compras antes de eso. No ha traído nada para esa ocasión, a preferido dejar esas compras para una ciudad que presume de moda, y cada vez mas. Además, le gusta la moda del país asiático. Últimamente, va siempre vestida con trajes de chaqueta, falda o pantalón. Los editores son gente muy seria, de pocas palabras, pero bien dichas, se nota que se pasan la vida leyendo el trabajo de los demás, valorando el esfuerzo de muchos meses; a veces, sus decisiones colman las esperanzas de un escritor novato, otras en cambio, borran de un plumazo y con unas pocas palabras las ilusiones de muchos años, haciendo que el autor se cuestione si realmente merece la pena seguir.
Al principio, cada vez que tenía alguna reunión con ellos, terminaba por pensar que desentonaba en el ambiente. Todos tan trajeados, de corbata, camisa bien planchada y rayas de tintorería. Oliendo a colonia cara. Ella en cambio, no salía de los pantalones vaqueros, camisas y botas. Ahora, está decidida a comprar algo de ropa mas de su estilo. Desenfadado pero elegante, para eso, es única la moda coreana.
Envuelta en todos esos pensamientos se duerme sin darse cuenta. Se despierta en mitad de la noche. El desfase horario vuelve a jugarle malas pasadas. Se levanta y va al salón. Se pasea desnuda por la suite, solo lleva puesto un tanga. El reflejo de la luna que se cuela por los grandes ventanales iluminan su camino. Coge un pequeño chocolate de la bombonera, se lo mete en la boca. Lo saborea durante unos instantes, el tiempo que tarde en deshacerse. Se prepara un zumo que saca de la pequeña nevera camuflada, que hay junto al televisor y después de beberlo de un solo trago, vuelve a tumbarse en la cama. Consulta el teléfono móvil que ha dejado sobre la mesilla. Son las 4 de la mañana.
- Ummm...muy temprano. A dormir de nuevo. Mañana tengo que estar descansada. Tengo un día muy ocupado, piensa.
Pero le cuesta dormirse. Entre otras cosas, porque ya lleva mas de siete horas metida en la cama.
A la mañana siguiente, se levanta muy temprano. Hace un espectacular día de sol en la hermosa ciudad. Se asea, recoge su larga melena con una cinta a un lado y se pone un pantalón vaquero negro, una camisa verde y unas deportivas. Antes de salir de la habitación se pone las gafas de sol. No baja a desayunar, no tiene hambre y eso que lleva varias horas sin comer, a excepción del bombón y el zumo que se tomo en la madrugada.
Consulta en recepción si ya le han traído su coche. El recepcionista le dice que la agencia de alquiler se lo dejó a primera hora de la mañana. El coche está en el aparcamiento del hotel. Le da un sobre cerrado y las llaves del vehículo. Abre el sobre allí mismo, bajo la atenta mirada del hombre que la observa con curiosidad. El sobre contiene la documentación e información del vehículo, algunas recomendaciones para poder circular con mayor seguridad por la capital coreana y un plano detallado de la ciudad. Alba sonríe al mirarlo, por un momento recuerda los planos que ella y sus amigas utilizaron hasta la saciedad en su anterior visita.
Se dirige al aparcamiento y mira a un lado y a otro buscando el coche. Por fin lo encuentra aparcado en un rincón. El coche, un Lexus IS 350 F-Sport, es un precioso deportivo blanco, tapizado en piel de color negro. Huele a nuevo, tanto, que le molesta el olor. Por fuera, no se parece nada al coche que se compró hace unos meses de la misma marca, pero por dentro, en lo básico, es muy similar al suyo; por lo que no le cuesta nada hacerse con el manejo del ordenador del vehículo. Teclea una dirección y la pantalla le muestra la ruta mas rápida. Sale sin ningún problema del aparcamiento y se une al tráfico de una ciudad que siempre está en movimiento.
Aparca cerca de la calle Insadong y la recorre andando. Cuando algo llama su atención en los escaparates, entra, mira, se prueba y de vez en cuando, compra...pantalones, faldas, blusas, un par de vestidos, algunos pares de sandalias, un par de bolsos, algo de bisutería. Se carga con un montón de bolsas que lleva hasta el coche y regresa al hotel.
Se cambia de ropa. Un vestido de gasa muy vaporoso en tonos rosas y blancos, unas sandalias negras, unos pendientes largos a juego con un sencillo collar. Se maquilla un poco, nada llamativo, casi ni se nota, a excepción del color rosa de los labios. Coge uno de los bolsos que acaba de comprar, cambia las cosas que hay en el que ha traído desde Barcelona al nuevo y lo deja sobre la cama. Luego llama para que le suban unos sándwich variados y un zumo de naranja natural.
Come tranquila delante del ordenador portátil, contestando el correo y haciendo anotaciones de lo que se supone dirá en la presentación del libro. Pasadas un par de horas, consulta el reloj de su muñeca y decide que ya es hora de darles una sorpresa a sus amigas.
* * *
Alba aparca el coche frente a la casa de Goo Soo y Raquel. La puerta de madera que da al pequeño jardín está cerrada, llama varias veces, pero no obtiene respuesta. De vuelta al automóvil, se dirige al apartamento de Maria y Kim Garam Yo. El portero del edificio le informa que sus amigos no están.
No hay forma de localizar a sus amigas, a no ser que las llame por teléfono, pero no quiere hacer eso. No de momento. Se marcha hacia el coche, una vez dentro, teclea de nuevo el ordenador. No tiene muy claro como ir hasta el restaurante de Sunah Choi, así que introduce la calle. La pantalla le muestra el trayecto. No está lejos.
Aparca el coche en la puerta del restaurante. Un empleado del local sale con prisa, se inclina a modo de saludo y se ofrece a aparcar el vehículo en el aparcamiento. Alba le da las llaves y entra en el local.
El restaurante está como siempre, nada ha cambiado, a excepción de los uniformes de los empleados. El local está prácticamente vacío a esas horas. Sunah se acerca a ella despacio, conforme lo hace, su cara dibuja una gran sonrisa. Se inclina saludándola y Alba le da dos besos. La hermana de Goo Soo sigue igual, guapa, de mirada dulce, vestida de manera sencilla pero elegante. La mira con curiosidad y sorpresa. Alba le explica que ha vuelto a Seúl por trabajo y a ver a sus amigas. No las localiza en sus casas, así que ha decidido preguntarle a ella. Sunah le sonríe complacida y le informa que todos están en el reservado que hay al fondo del local, celebrando un cumpleaños. Se ofrece para acompañarla, pero Alba rehúsa su ofrecimiento con amabilidad, conoce el camino y quiere darles una sorpresa.
Antes de abrir la puerta, se queda escuchando durante unos segundos. Al otro lado oye risas y reconoce las voces de Maria y Raquel. Se sorprende de lo bien que se manejan ambas con el idioma coreano y sonríe recordando, que hace apenas un año, ninguna de las tres eran capaces de poder llevar una conversación en ese idioma. Abre la puerta despacio, se queda bajo el marco con la puerta abierta y observa al grupo de amigos que están sentados alrededor de una gran mesa. Todos los presentes fijan su mirada en ella.
Raquel y Maria se levantan al mismo tiempo y corren hacia ella, fundiéndose en un cálido abrazo, cubriéndola de besos. Neul le sonríe desde el otro lado de la mesa, Alba le dedica una gran sonrisa, mientras abraza a sus amigas. Goo Soo Y Kim Garam se levantan sonriendo, se inclinan y le dan un beso en la mejilla. Les devuelve a ambos sus muestras de afecto con una gran sonrisa y un beso. Pero hay alguien mas en el pequeño salón. Alguien que apenas la mira, serio, aunque su mirada parece fría, se nota que está tan sorprendido como el resto.
Park Hye Jin no ha cambiado nada. Delgado, pero musculoso, con el pelo algo mas largo, pero nada exagerado. Sus ojos color café se clavan en ella durante una fracción de segundo, para luego ignorarla por completo. Alba no puede evitar un nudo en el estómago mientras lo observa cuando se sienta frente a el. La saluda casi como una obligación. Siente como su cuerpo se estremece solo de escuchar de nuevo su voz.
Sus amigas están hambrientas de noticias, casi no la dejan explicarse mientras la bombardean a preguntas que ella intenta contestar una por una. Pasados los primeros minutos, les cuenta el motivo de su vuelta a Seúl bajo la atenta mirada de Goo Soo y Kim Garam. De vez en cuando, su mirada busca a Park, pero este permanece abstraído en su pequeña burbuja, aparentemente ignorando todo lo que no sea la copa que tiene entre las manos y que bebe muy despacio.
- Tienes que contarnos con detalles lo de la presentación del libro. Le dice Raquel observándola.
- Y lo de esa fiesta en la embajada, la interrumpe Maria entusiasmada. .
Alba les cuenta su agenda de los próximos días, a sabiendas que alguien mas la escucha, aunque no quiera o intente ignorar su presencia.
- Me sentiré muy afortunada si accedéis a acompañarme todos a la presentación, dice sin mirar a la única persona de la que está realmente esperando una respuesta.
Todos se muestran dispuestos a acudir, a excepción de Park que sigue sin decir una sola palabra.
- Tengo varias invitaciones para la fiesta que se celebrará después en la embajada, me encantará que me acompañéis, prosigue.
Una voz, fría, dura, sarcástica, sin atisbo de remordimientos la interrumpe.
- ¿No te acompañará Lee Sun?.
Alba se gira para mirarlo. Park Hye Jin la mira ahora directamente a los ojos, serio. Parece molesto, pero no aparta la mirada esperando una respuesta. Alba siente un gran dolor en su interior, su corazón se acelera. Lo observa y se hunde por un instante en sus ojos color café que son un grito de reproches. Esta tentada de no responder a su pregunta. Pero lo hace...
- Hace un año que no veo a Lee Sun In, le dice muy despacio, sin apartar la vista.
Durante un instante, Park Hye la mira sin ningún tipo de reservas, ignorando completamente al resto de los presentes que los observan a ambos. Luego se levanta, inclina y se marcha sin decir una palabra, mordiéndose la lengua, pero antes de salir...se vuelve para mirarla.
* * *
Park Hye Jin ha regresado a su apartamento del centro. Por el camino, ha llamado a un amigo, le ha pedido que averigüe algo por el. Necesita saber donde está Lee Sun y si es cierto que no se fue con Alba.
Cuando llega al apartamento, pone música en el salón y se mete en la ducha. Permanece bajo el agua mucho tiempo, es una forma de relajarse, de bajar la tensión que siente. Le ha gustado volver a verla, sentirla cerca. Respirar su perfume. Embriagarse de nuevo en ella. Cierra los ojos, recordando el momento que la vio bajo el marco de la puerta. Alba no ha cambiado nada, encantadora, seductora, muy femenina, con una mirada que lo cautiva desde el primer día. Se muerde el labio inferior y sonríe. Vuelve a estar cerca de él, y al parecer, sola. Recuerda con amargura el momento en que hace mas o menos un año, creyó que Lee Sun se había marchado con ella. Su rabia, su indignación. Cierra los puños inconscientemente.
- ¿Será cierto que no ha vuelto a verlo? ¿Qué se fue sola?, se pregunta en voz alta.
Sale de la ducha y se envuelve en un albornoz. Oye sonar su teléfono en la habitación y contesta a la llamada. Una voz masculina al otro lado, le informa que Lee Sun no ha dejado el país en los últimos 12 meses, a excepción de un pequeño viaje de negocios a Taiwán. Vive en una pequeña casa junto al mar desde hace unos meses y está totalmente volcado en su trabajo. Park, da las gracias a su amigo y cuelga.
- Así pues, se fue sola, piensa.
No sabe exactamente porqué pero sonríe en silencio. Se viste deprisa, un pantalón negro, una camisa del mismo color y unas botas grises muy oscuras. Antes de salir del apartamento, se pone una gorra del mismo color que las botas, y unas gafas oscuras. Mientras baja en el ascensor llama por teléfono, pero no obtiene respuesta.
Vuelve a marcar otro número y cancela una cita con su agente que tiene en un par de horas. Baja hasta el aparcamiento y se mete en su coche. Intenta de nuevo llamar por teléfono, pero sigue sin obtener respuesta. Pone en marcha el vehículo y sale del aparcamiento. Esta decidido a verla de nuevo, quiere explicaciones y solo ella puede satisfacerlas. Llama de nuevo por teléfono, esta vez a Goo Soo. Su amigo le informa que Alba ha regresado a su hotel, le dice donde está alojada y pone rumbo hacia allí.
Alba esta sola en su suite, sentada frente al pc. Ha intentado terminar de escribir la presentación, no puede concentrarse en lo que hace, por lo que lleva media hora perdiendo el tiempo, o eso cree. No sabe exactamente porqué, pero busca en YT los últimos vídeos que los usuarios han subido de Star Victory 5 y escoge una canción que Park Hye interpretó solo en un concierto que se celebró hace unos días en Japón. Presiona para ver el vídeo en la pantalla completa y mira la imagen con ternura. Sube el volumen, la música inunda la estancia. Alba siente por unos instantes que la voz de Park la acompaña, lo siente a su lado y sonríe con dulzura contemplando su rostro. Unos golpes en la puerta la sacan de sus pensamientos. Baja el volumen y se dirige a abrir.
Lee Sun le sonríe desde la entrada. Alto, guapo como siempre, con el pelo mas largo que nunca, con su peculiar forma de vestir y una sonrisa encantadora que invita a confianza. Ambos se inclinan a modo de saludo y luego se dan un beso en la mejilla. Alba lo deja pasar, ofreciéndole un zumo que extrae de la pequeña nevera.
- Me sorprendió tu llamada, le dice Lee mientras sonríe y se sienta junto a ella en uno de los sillones del salón. – No sabia que estabas de nuevo en Seúl.
- Llegué ayer. Tengo trabajo y quería volver a ver a mis viejos amigos. A todos, dice enfatizando las últimas palabras.
Lee Sun la mira con curiosidad. No ha vuelto ha hablar con ella desde que se marchó, a excepción de la llamada que ella le hizo ayer por la tarde, aunque sabe del éxito de su libro y a seguido su carrera a través de la prensa y la información que le dan sus amigos de Barcelona. Se alegra de volver a verla y siente que su corazón está mucho mas tranquilo que en su último encuentro. Por un instante, recuerda los últimos momentos que vivió junto a ella e intenta sonreír.
- Quería hablar contigo, le dice mirándolo a los ojos – Antes de hablar con nadie, quería aclarar las cosas entre los dos. Explicarme. Ahora puedo hacerlo, sabiendo cuales son mis sentimientos. No me gusta dejar las cosas a medias. Menos aún...contigo.
- Soy todo oídos, le dice intentando que ella pierda su nerviosismo y se sienta mas tranquila.
- La última vez que nos vimos me dijiste que Park Hye me haría daño y que solo se quiere a si mismo. No me preguntaste cuales eran mis sentimientos y eso, es lo que realmente importa en toda esta historia. Me dolieron tus lágrimas, como si fueran mías...¡mas aún!. 
Lee Sun la observa con detenimiento. Busca sus ojos y ella no le rehuye la mirada. Parece serena, segura de si misma.
- No se si quiero escuchar eso, le dice sin apartar la mirada de ella.
- Necesito aclarar las cosas contigo. Te quiero mucho, le dice muy claro – Pero no te amo Lee. Te considero un buen amigo. Un amigo que una vez fue algo mas que eso...y al que no quiero perder por nada del mundo. Me dolió tu dolor de ese día, no porque te amará, sino por el hecho de ver sufrir a un amigo. Si de algo ha servido mi distanciamiento durante este último año, ha sido para aclarar mis sentimientos. Ahora tengo claro...que amo a Park, como solo una mujer es capaz de amar a un hombre, le dice con pasión en sus últimas palabras, serena, segura de lo que dice y lo que quiere. – No sé si el me ama, no estoy segura de eso, pero lo averiguaré e intentaré con toda la fuerza de mi corazón y mi ser, que mi amor sea correspondido.
Lee Sun intenta sonreír al escucharla. No la mira.
- Sigo pensando que Park es un hombre difícil, que te hará daño, le dice con amargura en sus palabras.
- No se puede mandar en el amor Lee. Nadie puede. Lo sabes igual que yo. Sé que sus prioridades en la vida son mi mayor obstáculo, pero también se que las prioridades se dejan a un lado cuando el amor es lo primero. Le demostraré que mi amor es lo primero en su vida.
- Suerte con ello, le dice muy bajito, sin mirarla.
Lee Sun toma el vaso que hay frente a el sobre la mesa y bebe despacio. En ese momento alguien llama a la puerta. Alba se levanta y abre.
Park Hye entra en la suite sin apenas mirarla, apartándola con suavidad. Decidido. Avanza varios pasos y entonces ve a Lee Sun...
Los dos hombres se miran durante un instante, sorprendidos. Alba cierra la puerta y vuelve junto a ellos. Lee Sun se levanta, deja la copa de zumo sobre la mesa, se inclina y lo saluda. Park permanece impasible observándolo, luego se gira y la mira a ella. ¿Molesto?, mas que eso, la indignación y la rabia se reflejan en su cara. En su mirada.
- Al parecer os he interrumpido, dice con tono sarcástico, ignorando completamente a Lee y encarándose con ella.
- Yo, ya me iba, dice Lee mientras se dirige a la puerta. Antes de salir se vuelve hacia Alba, serio.
- ¡Suerte!, le dice y sale sin mirar a Park, ignorándolo como acaba de hacer él hace un momento.
Alba no aparta la mirada de Park, el tampoco. Con un movimiento de la mano, lo invita a sentarse en uno de los sillones. Park, parece dudar durante un instante, pero finalmente, lo hace.
- ¡Quieres tomar algo?, lo invita, mientras se dirige al mueble donde se encuentra la nevera.
No la deja ni llegar...
- No, le dice tajante, serio, como enfadado.
Alba se da la vuelta y se sienta frente a él. Lo mira directamente a los ojos. Se sumerge en ellos como tantas otras veces. Parecen estudiarla. Llenos de reproches que no salen de su boca, pero que se intuyen por su forma de comportarse y de mirarla. Alba se arma de paciencia. 
- ¿A que se debe tu visita?, le pregunta sin dejar de mirarlo, mientras se da cuenta que va poniéndose cada vez mas nerviosa.
- Ni lo sé, le dice arrastrando las palabras, sin dejar de mirarla – No debí haber venido.
Pero no se levanta. No mueve ni un músculo, solo la observa, hundiéndose en sus ojos, como intentando leer en su alma...        


FIN DEL DUODÉCIMO CAPÍTULO

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