CAPITULO SEXTO 


Raquel, Maria y Kim Garam Yo, han llegado al restaurante hace un rato. Sunah Choi Soo los ha acompañado hasta un reservado, donde al entrar, se encuentran con Goo Soo que esta sentado a una mesa. Se levanta nada mas verlos y los saluda inclinándose en una reverencia. A continuación se acerca a Raquel y le ofrece una silla, sentándose él a su lado. Maria y Kim Garam se sientan en frente de ellos. Durante la comida, hablan sobre todo lo visto esa mañana y los proyectos para el día siguiente de las chicas. De vez en cuando, Raquel, no puede evitar mirar a Goo Soo, que parece mas serio y callado que de costumbre, aunque su trato para con ella, sigue siendo cordial y muy atento. Maria y Kim Garam hablan como siempre muy animados. Los dos amigos, de vez en cuando, dicen alguna palabra en Coreano entre ellos y seguido, intentan explicarles a nuestras amigas el significado. Cuando terminan de comer, charlan animadamente de los espectáculos que en ese momento se pueden ver en Seúl, mientras beben unas copas de soju. La puerta de la estancia se abre y entra Sunah con Neúl en brazos. Todos se levantan para saludarla y Sunah toma asiento en una de las dos sillas que están vacías, mientras sostiene a Neul. Cuando deciden marcharse del restaurante, Goo Soo se acerca a su hermana y habla con ella en voz baja, el resto de nuestros amigos se dirige a la salida. Sunah da un beso a la niña y le dice unas palabras en coreano. Goo Soo le ofrece la mano a la pequeña, esta la toma y juntos se dirigen a la entrada.. Maria, Kim Garam y Raquel lo esperan junto a la puerta sin poder salir. Sigue lloviendo con rabia en Seúl. Goo Soo deja a la pequeña a cargo de Raquel y se va en busca de su coche para acercarlo a la entrada. Kim Garam corre detrás de su amigo en busca del suyo. Cuando el coche de kim Garm se detiene frente a la puerta del restaurante, Maria mira a su amiga y le sonríe.
- Te veo luego. No seas mala...le dice con una sonrisa, mientras le guiña un ojo - Recuerda que estáis con la nena.


Entonces se mete rápido en el coche y el vehículo se aleja. Raquel se agacha y coge a Neul entre sus brazos. En ese momento, Goo Soo detiene el coche y le abre la puerta del copiloto. Raquel accede rápido al vehículo con la niña, ya que la lluvia no cesa de caer.
- Debería haberme sentado detrás con Neúl. Dice, mientras intenta secar la cara de la pequeña con un pañuelo de papel - No es seguro para la pequeña estar sentada delante.
- No te preocupes, no vamos muy lejos.
Goo Soo arranca el vehículo y se pierden por las calles de la ciudad. Durante el recorrido hasta la casa familiar de Goo Soo, Neul se queda dormida en brazos de Raquel. Cuando el vehículo se detiene frente a una casa de estilo tradicional coreano, ya ha dejado de llover, aunque el día sigue siendo gris y parece que continuará lloviendo. Goo Soo sale del coche y ayuda a Raquel a salir de él, mientras esta sostiene a la pequeña. Cuando atraviesan la puerta de entrada, acceden a un gran jardín de estilo coreano.

Aunque el dia no es muy luminoso, Raquel no puede evitar sentir la belleza del entorno. El diseño del jardín, muy elaborado, tiene una gran elegancia. Hay varios árboles, infinidad de plantas y flores, un estanque de lotos con peces de colores. Un pequeño lago, que está atravesado por un puente de madera y muchos macizos de flores de forma escalonada. Raquel se siente trasportada a otra época. El aire huele a humedad, a tierra mojada, pero también, a mil fragancias de la naturaleza. Goo Soo la guía del brazo hasta la entrada de la vivienda principal. Se descalzan al mismo tiempo en la puerta. Él se pone unas zapatillas y la invita a imitarlo. Raquel lo hace y ambos acceden a la vivienda.
El tiempo parece haberse detenido de repente y retrocedido cientos de años. La casa, es prácticamente entera de madera, piedra, vidrio y papel. Se encuentra elevada del suelo varios centímetros. Apenas hay muebles, y los que hay, se nota que tienen cientos de años. Varios jarrones adornan el salón principal, separado del resto, por impresionantes paneles de madera y papel. No hay alfombras, aunque si, varios cojines esparcidos alrededor de varias mesas bajas de madera oscura. No hay apenas cuadros o adornos, pero los que hay, invitan a contemplarlos. Son realmente hermosos. En un rincón hay un mueble de madera de varias alturas y en cada una de ellas, un pequeño árbol en miniatura o bonsái. Los techos son de madera, con un diseño muy original y todo en la vivienda respira tradición, elegancia, pero también aunque a primera vista no podría parecer, modernidad.
Goo Soo coloca dos cojines juntos, uno al lado del otro y después de coger a Neúl de los brazos de Raquel la tiende sobre ellos. Raquel entonces se acerca al otro lado de la estancia y mira a través de uno de los paneles de vidrio. Al otro lado, hay un estanque con un pequeño islote en el centro, y en él, un árbol de cerezo. Raquel, está fascinada por lo que ve y al mismo tiempo sorprendida. Goo Soo se acerca a ella por detrás y le habla prácticamente al oído. Sorprendiéndola.
- Mi abuelo no está. Relájate, le dice con una sonrisa – Recorre la casa si es tu gusto. Yo voy acostar a Neul.
Raquel, no ha querido volverse a mirarlo. Sigue contemplando el hermoso estanque. Lo oye alejarse y cuando finalmente se da la vuelta, se encuentra sola en el gran salón. Durante unos minutos, lo recorre deteniéndose a contemplar los mil detalles que le llaman la atención y termina sentándose sobre uno de los cojines. Goo Soo no tarda en aparecer de nuevo, solo. Se acerca a un mueble y extrae de él dos pequeños cuencos y una botella de barro. Se sienta junto a Raquel. Coloca los dos cuencos sobre la mesa y los llena de soju. Se toma el suyo sin mirarla, deprisa, como si le faltara el tiempo y el aire. Seguido, se vuelve a servir otro. Raquel, lo contempla preocupada. Inquieta. Se nota que algo le preocupa y ella, no llega a entender que es. Durante unos segundos, no puede apartar la vista del hombre que tiene delante. Entonces Goo Soo deja de beber y la mira directamente a los ojos. Raquel aparta los suyos de inmediato, mientras su cuerpo se estremece entero. Toma el cuenco que tiene delante, sobre la pequeña mesa y se lo lleva a los labios. Bebe despacio, intentando no mirarlo. Goo Soo se sirve de nuevo y continua bebiendo. Una vez, dos, tres...Los minutos se suceden y ninguno de los dos dice absolutamente nada. Solo se miran de vez en cuando. Raquel, intentando buscar respuestas a un rostro que parece preocupado y él intentando perderse entre las brumas del licor. Lo ve acabarse, poco a poco, en silencio, sin decir nada. Derrotado. Nervioso. Intentando abrir su corazón, pero sin encontrar las palabras. Cuando las brumas del soju empiezan a enturbiar su mente, comienza a hablar. Despacio, entre interminables silencios, que ahogan a Raquel. Le cuenta la conversación con su hermana. Su dolor. Impotencia. ¡Su rabia!. Sus años en Barcelona. Le habla de Goo Min. Su recuerdo, casi vago. Le hace mil preguntas que no quieren contestación, solo alguien que las escuche. Ella lo observa detenidamente, en silencio, mientras él le abre su corazón y se va apagando lentamente. Cuando finalmente termina derrotado sobre los cojines, Raquel se levanta, busca con que cubrirlo y lo hace. Se sienta a su lado y poco a poco, mientras contempla su rostro, se queda dormida.
El sonido de la lluvia despierta a Raquel. Junto a ella en el suelo, sobre los cojines, duerme Goo Soo. Raquel mira alrededor y se da cuenta de que debe ser muy tarde. Es noche cerrada. En lo primero que piensa es en Neúl. Se levanta y la busca por la casa, hasta encontrarla dormida en una de las habitaciones. Se asegura de que está bien, la arropa y sale sin cerrar la puerta corredera. Quiere poder oírla si se despierta. Cuando vuelve al gran salón, Goo Soo no está. Sorprendida, se queda de pie en medio de la estancia y observa alrededor intentando encontrarlo con la mirada. Mira a través de los cristales el estanque de la parte de atrás, que ahora está iluminado. Sigue lloviendo con ganas. De repente siente frío y se estremece. Unos brazos la envuelven con ternura por detrás y se vuelve despacio. Frente a ella, esta Goo Soo. Mojado. Con el pelo cayéndole sobre los hombros. Oliendo a jabón. Vestido con un albornoz blanco y descalzo. La mira directamente a los ojos, mientras le regala una pequeña sonrisa. Alba se deshace con dulzura de su abrazo. Con cuidado. Se aleja unos metros y observa de nuevo la lluvia que cae en el estanque.
- Deberías ducharte, le dice él casi en un susurro. - Te he dejado un pijama para que te cambies. Es muy tarde y no estoy en condiciones de conducir.
Raquel lo mira ahora directamente a los ojos. Quiere preguntarle mil cosas. Pero se calla. Solo lo observa.
- Te he dejado todo dispuesto. Segunda puerta a la derecha. Le indica.
Raquel, no dice nada. Pasa junto a él en dirección al baño. Antes de salir, se detiene y lo mira.
- Neul continua durmiendo. Pero deberías ir a mirarla...por si acaso.
Raquel se ducha despacio. El agua caliente la reconforta. Le agrada. Mientras se ducha, no puede dejar de pensar en las palabras de Goo Soo. En su historia, su rabia. Entiende como se siente. Le gustaría poder consolarlo de alguna manera. Pero no está segura de cómo hacerlo.
Cuando vuelve al salón vestida con el pijama que le ha dejado Goo Soo, lo encuentra con Neul en brazos.
- Debe de tener hambre. Hace horas que no ha comido, le dice mientras se acerca a ellos.
Goo Soo habla con la niña en coreano y esta le dice que si con la cabeza.
- ¿Dónde está la cocina? Le prepararé algo.
Goo Soo le señala una dirección y la acompaña hasta la cocina. Encuentra un poco de arroz ya hecho y caliente que sirve en unos cuencos para los tres y hace unas tortillas con un poco de verdura. Goo Soo dispone la mesa y ayuda a comer a la pequeña Neul. Mientras comen, Goo Soo habla con la niña en coreano y con Raquel en Español. Parece relajado. Mas tranquilo. Menos herido. Mas en su papel de padre.
Después, mientras Raquel recoge la cocina y friega, él le cuenta un cuento a Neul, hasta que esta, se queda dormida de nuevo. Cuando Raquel regresa al salón, no hay nadie. Se sienta sobre uno de los cojines, mientras apoya su espalda en la pared y cierra los ojos. Escucha la lluvia caer en el exterior y el viento que empieza a soplar con fuerza. Le gusta el sonido. Casi se ha dormido, cuando siente a Goo Soo sentarse junto a ella. Abre los ojos y lo ve. Cerca. Mirándola directamente a los ojos. Raquel se siente estremecer de nuevo, mientras se pierde en esa profunda noche que son sus hermosos ojos negros. Él la mira fijamente. Están tan cerca, que la tibieza de su aliento la envuelve por completo. Oye como late su corazón, que se acelera cada vez mas. Entonces él la toma de los brazos y la tumba con cuidado sobre los cojines. Goo Soo está parcialmente sobre ella. Cubriéndola. Su contacto es cálido. Tierno. Delicado. Raquel lo mira a los ojos y se rinde. Atreviéndose a cruzar una línea imaginaria que se había impuesto. Él la besa despacio. Con delicadeza. Con una inmensa ternura. Amable. Suave. Como pidiendo permiso, pero sin esperar la respuesta. Oliendo aún a jabón. A ducha caliente. Y se pierden, el uno en el otro. Encontrándose. Reconociéndose. Sintiéndose. Saboreando cada poro de su piel. Sumergiéndose en un mar profundo de deseo. Y se dejan llevar, como las olas. Unas veces en calma, otras bravas. Acunando sus cuerpos unidos o vibrando con fuerza, como el mar golpeando las rocas. Y así, poco a poco, una corriente se abre camino y los inunda a ambos. Desbordándolos. Dejándolos cubiertos de gotas de deseo cumplido y exhaustos. Raquel se queda tendida sobre los cojines y Goo Soo junto a ella, la contempla con ternura, con verdadera admiración. Con pasión satisfecha. Alarga su mano y sobre su pecho, le escribe su nombre con el dedo índice.
- Goo Soo, le dice en un susurro junto a su boca, mientras lo hace. Desprendiendo ternura, calor.
Raquel solo lo mira. Profundamente. Intentado descubrir al hombre que acaba de amar. Cierra los ojos. No quiere pensar en nada. No quiere hacerse preguntas. El tiempo parece haberse detenido de pronto y solo escucha el sonido de la lluvia y el viento. Entonces, lo vuelve a sentir sobre sus labios. Acariciando con la lengua su boca. Abriéndose camino, muy despacio. Jugando de nuevo a amar. Descubriéndola otra vez. Bailando de nuevo al compás de las olas...
* * *
Park Hye Jin y Alba han terminado de comer. Durante todo el tiempo que ha durado la comida, no se han hablado. Alba se ha mordido la lengua en mas de una ocasión para no preguntarle sobre su explicación. Sobre esa pregunta que él ha dejado sin respuesta. Ni siquiera lo ha mirado. No se siente con fuerzas. Sabe que si lo mira a los ojos, no podrá contener las lagrimas. Deja pasar el tiempo. Apenas ha comido. No tiene hambre. Solo quiere escapar de allí. Correr lo mas lejos posible. Alejarse. Ni siquiera esta segura de querer escucharlo.
Alba, está sentada en uno de los sillones del salón. Park Hye se acerca con una bandeja que deja sobre la mesa baja y le sirve un café. Ella lo observa, cuando él no la mira. Contempla su pelo negro, despeinado. El contorno de su cara. Sus ojos color café, que pueden hacerla sentirse morir con una mirada, o elevarla al cielo, sin proponérselo. Se detiene con la vista en sus labios húmedos, que la invitan a besarlos. La seducen. Se estremece solo de pensarlo y cierra los ojos durante unos segundos.
Tiene al oso de peluche sobre su regazo. Lo abraza como si fuera suyo. Hundiendo los dedos entre el suave pelo. Se siente protegida detrás de él. No toma la taza cuando se la ofrece y le hace un gesto con la cabeza, declinando su invitación. Park Hye se sienta junto a ella. Toma su taza y comienza a beber, despacio.
- ¿no piensas hablarme?, le dice de repente.
Su voz es muy sensual. La contempla detenidamente. Estudiando cada gesto. Alba lo mira durante unos instantes y de nuevo se siente perdida, mientras su corazón vuelve a dispararse. Aparta la vista.
- creí que eras tú el que tenia que hablarme. Le dice sin mirarlo – Además, no se si quiero escucharte.
Park Hye Jin, sonríe sin dejar de mirarla. Tarda unos segundos en contestarle.
- ¿Alguna vez has deseado algo con todas tus fuerzas?, algo, que es tan importante para ti, que no te importa dedicarle todo tu tiempo. Que vives para ello. Haciendo miles de sacrificios, persiguiendo esa meta. Algo , por lo que dejas amigos en el camino. Algo, por lo que ni tu vida te pertenece desde que empiezas.
Alba lo mira a los ojos, intentando comprenderlo. Él, continua hablando.
- Hace unos años que yo me propuse triunfar en este mundillo. Me costó muchos sacrificios y he perdido muchas cosas por el camino. Lo pasé realmente mal al principio. Pero siempre he tenido claras mis metas. Le dice mientras la observa detenidamente. – Ahora estoy casi donde quería llegar, y no estoy dispuesto a renunciar a mi meta. Por nada, ni por...nadie.
- Me parece muy bien, le dice sarcástica. – todos tenemos derecho a hacer realidad nuestros sueños. La diferencia entre tú y yo, es que yo no considero que se deba renunciar a nada, ni a nadie, por ellos. Los sueños son maravillosos y todos tenemos sueños. Nos motivan, nos animan a seguir. Pero si un sueño te pone trabas a la felicidad, a las cosas que quieres. Te hace renunciar a tu vida, a lo que realmente es importante. Ese sueño....no merece la pena.
Se levanta del sillón dejando al oso sobre el. Resuelta. Decidida. Mirándolo fijamente a los ojos.
- Ahora, sino te importa, quiero volver al hotel.
Park Hye Jin, se levanta y se acerca a ella. La mira profundamente a los ojos. Se nota que hay pasión en su mirada. La toma entre sus brazos y la atrae hacia si. Pegando su cuerpo al de ella. Con decisión. Con firmeza.
 
- El problema, dice acercando su boca a la suya, hablándole sobre sus labios, muy despacio, en apenas un susurro – Es que por primera vez en mi vida, alguien me ha hecho cuestionarme esas metas.
Intenta besarla, pero Alba lo aparta con delicadeza. Toma su bolso y se encamina hacia la puerta.
- Sino te importa, le dice de nuevo sin mirarlo – Quiero volver al hotel.
Park Hye Jin la mira durante unos segundos mientras se aleja. No puede evitar sonreír. Se la come con los ojos. La saborea. Algo parecido a un estremecimiento le recorre la columna mientras la observa. Se acerca e intenta acariciar su mejilla. Alba aparta su cara, sin dejar de mirarlo. Seria. Armándose de todo el valor de que es capaz le dice:
- Ahora, soy yo la que no quiere tenerte cerca.


FIN DEL SEXTO CAPITULO

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