[FICS] El Secreto de Naiara - Capítulo VII


CAPITULO SEPTIMO

Desperté sobresaltada como si alguien me hubiese llamado, encendí la luz mirando la hora en el despertador de la mesilla “las cuatro” era de noche todavía, estaba desvelada, no podía dormir, me levanté cogiendo el libro de texto aprovecharía para estudiar para el examen.

Oí a mamá llamarme, me tuve que haber quedado dormida en el trascurso de la noche, me vestí y bajé a desayunar con ella.
--Hoy tienes examen ¿verdad?—dijo mamá recogiendo los restos del desayuno de la mesa.
--Si, estuve estudiando anoche, espero aprobarlo—dije sin mucha convicción.
--Ya verás que sí—me besó en la mejilla mientras me ponía la chaqueta.

Llegué a tiempo para coger el bus, estaba repleto de gente, me agarré a la barra de hierro que estaba por encima de mi cabeza para no caerme en caso de que parase bruscamente.
Media hora después estaba enfrente de la cafetería, donde quede el día anterior con las chicas. La primera en llegar fue Bianca, tan linda con su mini falda vaquera y una camiseta suelta bajo su chaqueta.

--Hola Naiara ¿dormiste bien? Te veo un poco cansada- me dijo dándome un beso a modo de saludo.
--Eh, Bianca, si la verdad es que anoche no dormí mucho- contesté.

Seguimos hablando hasta que Rosa apareció saludándonos a las dos, entramos a nuestras respectivas clases.

Transcurrió el día con normalidad y sin contra tiempos llegando la hora de volver a nuestras casas. Lüng me esperaba para nuestras sesiones de aprendizaje, me preparaba para la prueba de admisión que supuestamente tenía que pasar antes de formar parte de mi otra naturaleza mágica.

Una semana después…

No había señales del chico desconocido, en mis sueños dejó de aparecer, cada día me volvía loca pensando en cómo resolver el problema de la cúpula, Rosa me ayudaba pero sin resultado alguno.
Veíamos como la protección iba desapareciendo al cabo de los días, nuestros temores iban creciendo más y más. De vez en cuando notaba que ellos estaban cerca y tenía miedo por las gentes de este pueblo.

Sabía que obraban en grupos y solo se interesaban por aquellos humanos que poseían esencias especiales, jugaban con los humanos como si fuesen marionetas sin voluntad alguna, no podía permitir que eso ocurriese, no cuando la mayoría eran conocidos míos, tenía que protegerlos como fuese.

Esa misma noche volví a sentir que me llamaban despertándome de madrugada, ¿Qué es lo que me estaba pasando? ¿Me estaba volviendo loca de repente?, no quise decírselo a mamá, no quería preocuparla sin necesidad del porqué estaba oyendo voces en mi mente.

A la mañana siguiente después de clases me dirigí al jardín secreto, tenía que observar bien aquel pequeño ser de la deteriorada fuente, lo mismo ahí estaba la pista para poder resolver el problema.

Como siempre no había nadie por los alrededores por lo que pude hacer un hechizo de revelación sin preocuparme de que alguien me viese hacerlo. El hechizo no funcionó o en realidad es que no había nada escondido, de todas formas me acerqué a mirar de más cerca por si acaso se me había pasado algún detalle.

Miré la figura del niño detenidamente, no vi que nada hubiese cambiado, seguí por la pequeña hada con los mismos resultados, me di por vencida.
Me estaba retirando cuando sentí que no estaba sola, miré por todos lados sin ver a nadie, esa sensación no se iba e incluso se hizo más fuerte todavía poniéndome los pelos de punta.

-“Vuelve a mirar”

Oí claramente que me decían, mis sentidos estaban alertas, estaba muerta de miedo ¿es que ellos estaban aquí?¿cómo habían conseguido pasar la barrera? Me estaba volviendo loca, era imposible, ellos no me ayudarían sino todo lo contrarío.

-“vuelve, aquí esta lo que buscas”

Volví a oír esa voz en mi cabeza, esta vez me di cuenta que era la de un hombre y lo más extraño era que me resultaba conocida, pero no sabía identificarla.
Hice caso y me di la vuelta para seguir buscando, lo mismo se me pasó algo importante.
Caminé a su alrededor, el niño estaba como lo vi por primera vez al igual que el pequeño ser que tenía en la mano, deteriorado, el cetro estaba intacto bellamente tallado como lo recordaba la primera vez que lo vi, pero algo no me cuadraba, no me sonaba que estuviese un libro abierto a sus pies, me quedé pensativa por un momento.

¿No sería mucha casualidad?¿ que fuese el mismo libro que tenía el chico de mis sueños y el mismo que el mío?.
Me subí al pequeño escalón que había al pie de la fuente para poder ver si había algo escrito en él.

Mis ojos se abrieron por la sorpresa, delante de mí y tallado en el libro, se encontraba perfectamente visible la página donde estaba escrito el hechizo que estaba leyendo él, la hoja que me faltaba.

Una idea vino a mi mente ¿y si no faltaba ninguna hoja?¿y si estaba encantado como la fuente en la que me encontraba?.

Ese pensamiento no se fue de mi cabeza en todo el día, no quería ilusionar a Rosa con mis ideas ridículas, primero iba a intentar con el nuevo hechizo que Lüng me enseñó, había funcionado perfectamente con la fuente y con un poco de suerte lo probaría con el libro que papá me dejó.

--¡Hola! Te ves inquieta y distraída ¿te preocupa algo?—dijo una voz masculina al lado mío.
Volví la cabeza en dirección de esa voz, Alex, tan sexy como siempre con esas camisetas y pantalones ajustados a su bien formado cuerpo.

--Alex—lo saludé
--¿Te preocupa algo?, te veo muy distraída últimamente.
--Ehh, no, no pasa nada, es sobre los exámenes-- le mentí.
--O.K ¿Quieres tomar algo conmigo?—no esperó a que contestase, me cogió de la mano y tiró de mí.

Entramos en la cafetería llena de gente, algunos nos miraban extrañados, él me sostenía la mano con la suya sin importarle que en un pueblo tan pequeño una cosa así fuera tema de comentarios y habladurías.

--Mañana todos creerán que estamos saliendo—le dije intentando liberar mi mano de la suya.
--¿Te importaría que así fuese?—se volvió hacia mí apretando más mi mano con sus dedos.
--Yo…. No sé qué decir—estaba confusa por la pregunta que me hizo.
--No digas nada y acéptalo—contestó mirándome fijamente a los ojos.

Estaba tentada, él era el único con el que tuve contacto físico, me toqué sin darme cuenta los labios recordando sus besos, mi ritmo se aceleró lo suficiente para alterar mi respiración

--¿Qué me dices? ¿Te gustaría salir conmigo?—me preguntó bajando su mirada a mis labios rojos por mordérmelos segundos antes.
--No me mires así, me dan ganas de besarte y este no es el lugar apropiado para hacerlo—me contestó con su voz un poco más ronca de lo habitual.

Me sonrojé por desear lo mismo que él, pero tenía razón, el local estaba lleno de gente y algunos de los presentes no nos quitaban la vista de encima.

Diez minutos después estaba aplastada contra su cuerpo, con los brazos puestos en la pared formando una estrecha prisión sin escapatoria. La respiración se me hizo dificultosa por la proximidad de nuestros cuerpos,
Apoyada en la pared de atrás de la cafetería, lo miraba sin poder decirle nada, todo ocurrió muy rápido, él me sacó de allí instantes después de hablar conmigo, nos rodeaba un aura de sensualidad en la cual los dos estábamos atrapados en ella.

Su rostro se fue acercando poco a poco a mí, lo deseaba en este mismo momento, esta sensación era más fuerte que mi voluntad, miraba sus labios llenos esperando que hiciese contacto con los míos entreabiertos.

Un rostro cruzó por mi mente reemplazando al verdadero, mi subconsciente deseaba besarlo y así fue como salí a su encuentro.
Sus labios se movían contra los míos apasionados, se acercó más a mí quedando completamente pegado a mi cuerpo, mis manos actuaban libres por su cabello despeinándolo y acercándole más a mí. Sus manos paseaban por mi espalda bajando hasta el trasero, presionándolo hacia su cuerpo, jadeé sobre sus labios al sentir su erección contra mí, quería más.

Una alarma empezó a sonar en mi mente, dándome cuenta de lo que estaba a punto de suceder con él a la vista de todos ¿Cómo había llegado tan lejos?.
Lo empujé con determinación, tenía que acabar con esto antes de que perdiera el control sobre mí misma.

Él se dio cuenta de la situación disculpándose por el poco tacto que había tenido respecto a esto.
--Lo siento, me dejé llevar—dijo mirándome aún con deseo en los ojos.

El corazón bombeaba como loco volviéndolo todo rojo y arrepintiéndome de haberlo apartado de mí, no sabía lo que estaba haciendo en ese momento, si besaba a Alex o aquel chico, estaba muy confundida por lo que había ocurrido entre nosotros. No sabía que decirle, estaba totalmente sorprendida por mi reacción ante su contacto.

--Esto es una afirmación a mi pregunta, no necesito más—dijo satisfecho.
--Yo no…-intenté decir pero sus labios acallaron todas las palabras que quedaron sin decir, lo deseaba pensé correspondiéndole al beso.
………


Metida en mi cama no dejaba de pensar en ese momento, no sabía a quién besaba de los dos, eran parecidos físicamente con algunas diferencias notorias, lo que sabía de cierto es que Alex era humano para tranquilidad mía.
El sueño fue ganando terreno hasta quedarme profundamente dormida con la foto de mi papá en los brazos.

Rosa y Bianca se enteraron del asunto de la cafetería al día siguiente, me volvían loca con tanta pregunta, tuve que pararlas y resumirles un poco lo que pasó ocultándolas ese momento de intimidad con él.
Bianca me felicitaba por tan buen gusto, Rosa me miraba preocupada pues sabía lo que eso suponía para nuestra investigación, no podíamos permitirnos más retrasos sobre el asunto de la cúpula.

Noche tras noche me despertaba con el mismo sonido de voces en mi mente, eran más frecuentes últimamente, sobre todo cuando me distraía o me alejaba de nuestro problema, ¿Quién sería? Esa voz me tenía desconcertada, ¡era tan familiar! pero no podía recordar a quien pertenecía.

La relación con Alex iba progresando, intentaba impedir que pasase lo de ese día, cada vez era más difícil mantener mis manos alejadas de él, Rosa me regañaba me estaba distrayendo de nuestro asunto poniendo en peligro la vida de seres inocentes.

--Naiara, ¡céntrate! Sabes lo que nos estamos jugando—dijo Rosa al pie de la fuente.
--Lo sé, es la primera vez que salgo con un chico, estaba curiosa por una relación así, nunca pensé en implicarme con Alex, sé que soy diferente a él y que esto no es bueno para mí.—estaba apenada por eso.
--Sabes que no está permitido relacionarse con un humano, tu naturaleza te lo impide, ellos no deben saber nada de tu procedencia mágica, e incluso yo, que tengo menos limitaciones, debería renunciar a todo esto si en un futuro me relaciono con uno—dijo Rosa.
--¡! Es injusto!!¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué yo? – tenía ganas de llorar, era tan injusto el que te gustase una persona y que tuviese que renunciar a ella por ser diferente.

--Tú, eres especial, lo sabes, eres importante para ellos, si no Lüng no hubiese venido a buscarte personalmente, noto como te mira, Naiara, lo hace con respeto y algo más que no sé cómo definirlo—me dijo Rosa.
--¡No, yo no soy nada!, mi padre fue de la realeza que se convirtió en traidor cuando huyó con mamá, eso me hace ser una proscrita, una traidora desde el nacimiento, donde no encajo en ninguno de los dos mundos, a él lo mataron como lo harán conmigo si me encuentran ¿Dónde me deja eso? .!Tengo mis días contados, Rosa!— me lamenté.

No pude aguantarme más, lloré desconsoladamente, como no había hecho en años, ella me recordó quien era en realidad ¡un monstruo! , algo que no debía existir, mitad de dos razas no permitidas entre sí.

--¡No digas eso Naiara!, sabes que eres una de las personas más íntegras que he conocido, si fueses humana en este momento todos estaríamos perdidos. ¿No te das cuenta de eso? Solo alguien como tú nos puede sacar de esto, ni siquiera yo puedo hacerlo ¡es que no lo ves! – terminó llorando conmigo abrazada a mí.

Pasó un buen rato hasta que nos serenamos, intentaría en otro momento el hechizo revelador, no podía centrarme en ello y sabía de cierto que si no era así no funcionaría por mucho que lo intentase.

En casa, Lüng me estaba esperando, más clases de hechizos, no estaba con ánimos de poder seguirle.
Él lo notó, preguntando si me había sucedido algo para encontrarme así, ¿me atrevería a decirle? Él era lo más cercano que tenía de ese otro mundo.

--Lüng ¿por qué está prohibido relacionarse con humanos?—necesitaba oírselo decir a él
--¿De qué se sienten amenazados, si son una raza superior?—insistí al ver que él se ponía serio sin responderme.
--Bueno… veras, siempre se teme a lo desconocido, nuestro mundo podía dejar de existir tal y como lo conocemos, somos líderes por naturaleza, una nueva raza entre las dos existentes supone un cambio radical, seres creados con lo mejor de cada cultura, sin necesidad de depender de nada para vivir y desarrollar sus poderes, no como nosotros, al llegar a la edad adulta tenemos que valernos de un alma humana, sin ella muchos de los nuestros han llegado a morir.—confesó Lüng.
--Los humanos son un complemento necesario, tanto para nuestro desarrollo como para nuestra existencia—terminó por decir

Se le veía afectado mientras me lo contaba, no podía ni imaginarme por un momento lo que acababa de oír, me di cuenta que al mismo tiempo eran su fortaleza como su debilidad, por eso temían a los mestizos como yo, nos daban muerte para que no nos revelásemos en contra suya.
Nosotros no dependíamos de nadie para seguir adelante, nuestros poderes se desarrollaban según íbamos creciendo, cuanto más nos instruíamos en la materia más poderosos nos volvíamos, por eso éramos una amenaza para su raza.

--Lüng ¿por qué me ayudas?¿ por qué crear un lugar, para ayudarnos a sobrevivir y desarrollar nuestro potencial?—esta pregunta me la había hecho millones de veces desde que supe que él me ayudaría a protegerme.
Se le veía nervioso paseando de un lado para otro, al cabo de un tiempo se paró mirándome fijamente, se sentó en frente de mí.
--Tu padre no llegó hablarte de nosotros ¿verdad?—dijo él.
--Solo que me mantuviese alejada de esos seres que supuestamente solo yo veía.—contesté.
--Cuando fui creciendo me fui dando cuenta que era diferente de las demás personas, mamá me contó quien era mi padre , bueno… más o menos que era y lo que me dejó a mí para ayudarme a entenderlo mejor – le enseñé el libro.
-- Que no es mucho en realidad—dijo pensativo.

--Está bien, solo te contaré lo que necesitas saber, más adelante sabrás todo, quien eres y porqué eres tan valiosa para nosotros, por el momento eso no es necesario que lo sepas—dijo dejándome intrigada por sus palabras,¿ sería que Rosa tuviese razón en lo que dijo?.

--Escucha atentamente lo que voy a decirte, es importante que no se lo digas a nadie ¿ de acuerdo?.
--No diré nada, prometido—le aseguré.

--Hubo un tiempo que nuestra raza solo era una, nuestro soberano nos obligaba a raptar a bebes humanos para nuestra subsistencia, algunos de nosotros no estábamos de acuerdo con eso, abusábamos de nuestra fortaleza sobre ellos, nos temían, tenían miedo por sus hijos y no con razón, ellos sabían de nuestra existencia por aquel entonces.
--Los criábamos hasta que estaban listos para ser sacrificados para la nueva generación de hadas, algunas se negaron hacerlo, habían crecido junto a ellos creando así un lazo de amistad.
-- Al poco tiempo fueron consumidas por sus propios dones no liberados, el alma humana es una vía para desatar el poder que llevamos dentro y así poder utilizarlo. Hubo hadas que al contrario, mataban indiscriminadamente con ansias de poder, fue un tiempo oscuro por aquel entonces.

--Al morir el soberano lo sustituyó su hijo Alberich. Él vio los abusos y el descontrol en el reino y quiso poner fin. Prohibió los secuestros de bebes, así cortaba los lazos creados por las dos razas, solo se podía capturar humanos próximos a la edad adulta, de esta forma no habría arrepentimientos a la hora de consumir un alma humana.
--Se nos prohibió mostrarnos como tales a un humano, pero con ello trajo el espiarlos como ganado, jugar con ellos e incluso algunos atrevidos hacerse pasar como ellos, deslumbrando así a su presa para después consumirla, hallaban placer en esos juegos—hubo un pequeño silencio.

Recordé a mi amiga Eileen, su historia fue similar a lo que me contaba Lüng.

--Al poco empezamos a notar de una nueva generación de humanos con una energía asombrosa, eran un gran premio para quienes obtuvieran sus almas, más poder. Descubrimos que parte de ellos provenían de nuestra propia naturaleza, se les empezó a investigar, así supimos como eran, lo que podían hacer si un día llegaran a revelarse contra nosotros, se ordenó su captura y si no su muerte para aquellas personas.

--Parte de nosotros no estamos de acuerdo con esas leyes, creemos que puede haber una armonía entre nosotros, e incluso descubrimos que un alma en un cuerpo enfermo es igual de valiosa que en uno sano, es así como nuestra asociación actúa, no matamos o despojamos un alma en un cuerpo sano, solo aquellos que les queda poco tiempo de vida, no hacemos daño alguno obrando así.
--Fue como nos empezamos a apartar para formar un refugio para estas personas, protegido por hechizos y encantamientos, para enseñarles lo que son en realidad, son nuestra esperanza de que algún día podamos enfrentarnos a ellos y poder vivir todos en armonía sin dañar más de lo necesario.

--Se despidió de mí con una inclinación de cabeza, me quedé pensativa por toda la información que me dio, pero lo más importante no me dijo ¿Qué pasó con mi padre? ¿Qué lugar ocupaba en la realeza? ¿Quién era yo realmente?.



FIN DEL CAPITULO.

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[FICS] Las Alas de Uriel - Capitulo II

LAS  ALAS  DE  URIEL


CAPÍTULO SEGUNDO

17 de Marzo

Es sábado. Son las 6 de la mañana. Uriel está sentada en la cama con las piernas encogidas y abrazada a ellas. Lleva una fina camiseta blanca con un gran dibujo de Minnie que la cubre parcialmente. Contempla a través de la pared de cristal que da al jardín como va amaneciendo. El sol no ilumina aún con sus rayos dorados un día que se presagia nuboso, pero ella se siente feliz aunque nada en su rostro lo demuestra. En las últimas semanas no ha dormido mucho, casi todas las horas de su día a día están programadas con antelación. Su agenda está cubierta completamente por clases de baile, canto, dicción, idiomas, piano. No le importa el esfuerzo, tampoco se siente cansada en ningún momento.
Una vez a la semana se rompe su rutina, los sábados, esos días, Summi Jung y ella los dedican desde la mañana a la noche a salir de compras o simplemente ver tiendas y probarse ropa que luego, en la mayoría de los casos, no compran, pasear sin rumbo por la ciudad, detenerse en una cafetería a tomar un té, café o un ice cream, ir al cine, comer en algún pequeño restaurante, ir al salón de belleza, la sauna. En pocas palabras, es su día libre. Un día para ellas. En los largos paseos que dan por la ciudad, Summi Jung le ha ido enseñando la capital de Corea. Poco a poco, Uriel se ha ganado la confianza de su compañera de vivienda y se ha convertido en su amiga. Ahora, ya no se siente tan observada como en las primeras semanas y Summi no deja de decirle cada vez que la ocasión se presenta, que aproveche al máximo esos “días de libertad” porqué según ella, cuando debute en el mundo del espectáculo ya no pasará desapercibida y el acoso al que la someterán l@s fans y la prensa, no le dejaran espacio para esos momentos de ocio y anonimato que ahora disfrutan juntas.
Seung Woo, las visita con frecuencia e incluso acude con ellas a algunas de las clases o a visitar los lugares típicos de la capital de Corea, aunque nunca se queda mucho tiempo. Exceptuándolo a él, los profesores y algún compañero de agencia que coincide con ella de vez en cuando en las clases o en las innumerables sesiones fotográficas que tiene últimamente, Uriel no se relaciona con nadie. Quizás por eso, o porqué Summi Jung le ha cogido mucho cariño, es por lo que todos los sábados sin excepción, salen de la rutina y exploran la ciudad.


La nueva estación que está a punto de comenzar empieza a notarse en el ambiente, en los árboles y plantas que cubren el jardín despertando a la vida después de meses de letargo; pero a esas horas, la temperatura aún no es agradable.
Uriel sale al jardín descalza y sus pies se mojan con la pequeña capa de lluvia que ha caído durante la noche. Una ráfaga de viento juega con su pelo, alborotándolo. Cierra los ojos y aspira profundamente el aíre. Sonríe al sentir el frío del agua en sus pies y el viento en su cara. Se siente viva. Un escalofrío recorre su espalda, le gusta esa sensación. Durante unos minutos recorre el jardín deteniéndose en el rincón que más le gusta, junto al sauce. Summi la encuentra junto a él cuando sale a buscarla, lleva una pequeña manta en sus manos y la envuelve por detrás, sorprendiéndola.


- Sabía que estarías aquí - le dice abrazándola con ternura –

Uriel se deja abrazar.

- Vamos dentro, cojeras frío.

Summi la guía con cariño hasta el interior de la habitación.

- Va a llover, ¿Qué quieres que hagamos hoy?
- Pasear – le dice con convicción sin mirarla -
- Pasear ¿bajo la lluvia? – Summi no parece muy convencida de la proposición -
- Si.

Summi la observa durante unos segundos, parece tan frágil y al mismo tiempo enigmática. A veces, le da la sensación de que espera que ocurra algo o a alguien. Es solo una intuición, pero cada vez está más convencida de ello. Sigue sin conocer muchas cosas sobre Uriel, pero conoce lo más importante, tiene un alma pura, incapaz de hacer daño a nadie.

- Como quieras. Ven a desayunar y abrígate. Hoy va a hacer frio.

Uriel no le contesta, se mete en el baño y no cierra la puerta mientras su amiga se macha de la habitación. En las últimas semanas, Uriel ha descubierto varias cosas, entre ellas, no le gustan las puertas cerradas. No sabría precisar muy bien la razón, pero no le gustan.

Uriel no suele llenar la bañera, se ducha. Siempre tiene poco tiempo para ella, pero los sábados aprovecha para sumergirse en un baño de espuma. Mientras el agua templada va cayendo llenando la bañera, echa un poco de gel de color rojo intenso en el agua y lo agita con la mano. En seguida se forma un gran manto de espuma. Huele a fresas. Mucho. Aspira en profundidad embriagándose del aroma. Coge un frasco de cristal lleno de perlas de aceite y mete dos en el agua, la agita de nuevo y las perlas se deshacen dejando escapar el líquido que como dos pequeños hilos rojos se esparcen por la bañera. Se desnuda despacio, no tiene prisa. Su cuerpo inmaculado se refleja en el gran espejo que preside una de las paredes del baño. Acaricia levemente sus pechos y se mira en el reflejo que le devuelve el espejo. Sonríe con ternura al sentir como su cuerpo responde instintivamente a su propia caricia. Se sumerge en la bañera por completo, la calidez del agua la reconforta. La capa de espuma la cubre a excepción de la cabeza. Pasa sus manos con delicadeza por su vientre y cierra los ojos. Suspira profundamente.

Summi ha preparado el desayuno: fruta pelada y cortada en pequeños trozos, café, tostadas con mantequilla y zumo de naranja que ha exprimido ella misma. Empieza a desayunar, ya que Uriel tarda un poco en bajar y ella tiene hambre. Pasados unos minutos, Uriel se sienta a su lado en la mesa del comedor. Lleva un pantalón muy ajustado de cintura baja en color negro, una camisa blanca y el pelo suelto mojado. Las gotas que caen poco a poco de su larga melena han empapado la parte superior de su camisa. Va descalza.

- Cojeras frío, deberías haber secado tu pelo.

Uriel no contesta, mira a Summi y sonríe. Sus hermosos ojos parecen sonreír con ella. No come gran cosa. Llena un vaso con zumo y se lo bebe a pequeños sorbos mientras su mirada se pierde en algún punto que solo ve ella.
Summi ya sabe que es perder el tiempo insistir en que coma algo más. Por las mañanas, Uriel apenas come, de hecho, muchos días ni desayuna.


……………………………………………………………………
………………………

Las dos compañeras y amigas pasean protegidas debajo de un paraguas por el parque Changch’ungdan, situado a los pies del cerro Namsan. Una fina capa de lluvia las acompaña buena parte del recorrido. Summi, con una pequeña guía en la mano, le va explicando la historia de los diferentes palacios que se van encontrando en su paseo. Uriel la escucha en silencio. De vez en cuando se detiene y contempla embelesada el paisaje, más propio ya de primavera. Los árboles van recuperando su color verde y las tempranas flores de varios colores salpican el parque, la primavera se abre camino poco a poco. Respira profundamente, como intentando atrapar en su interior parte de la estación. Las pequeñas gotas de lluvia crean círculos en los estanques de agua.

No hay muchos visitantes en el parque, pero se cruzan con algunos turistas a los que parece no importarles la lluvia y que con cámara en mano no paran de hacer fotos, intentado llevarse en una instantánea un poco de la esencia de Corea. Uno de estos turistas le pide en ingles a Summi si puede hacerle un par de fotos y ella acepta. Se entretiene apenas unos segundos en encuadrar la cámara y hace dos fotografías. Cuando se da la vuelta, se da cuenta que Uriel ha desaparecido y no la ve en los alrededores. Aunque la busca con premura, no la encuentra.

Es media noche, sigue lloviendo, aunque ahora con más fuerza. Es la primera vez desde hace semanas que Uriel esta sola, lejos de miradas observadoras. Un tiempo, solo para ella. Callejea por las calles del centro de la ciudad. Se pierde entre la gente, observando todo a su paso. Su teléfono móvil no deja de sonar, pero lo ignora una y otra vez. De pronto siente hambre, no ha comido nada en todo el día a excepción del zumo de naranja que tomó en la mañana, y de eso, ya han pasado muchas horas. A su lado, ve un supermercado de los que no cierran las 24 horas del día. Está empapada de lluvia. La gabardina que lleva, corta y ajustada a la cintura, no le ha servido de mucho después de varias horas bajo el agua. Aunque sentir su cuerpo húmedo tampoco parece incomodarla. No hay apenas gente, pero no hace frio en el interior del supermercado. De pronto, se da cuenta de la sensación de frío que tiene y tiembla. Se estremece. Recorre despacio el supermercado entero en busca de algo que le apetezca comer. Aunque parezca increíble, coge un ice cream de nata y fresa y se dirige a pagar. En la caja, no hay nadie esperando en ese momento a que le cobren. Un hombre joven se sitúa detrás de ella. La cajera la mira curiosa y le dice el precio del helado. Introduce su mano derecha en el bolsillo y se da cuenta de que no lleva dinero. Summi siempre paga por ella. La cajera se impacienta y la mira ahora de manera suspicaz. Está a punto de dar media vuelta y dejar el helado en su lugar, cuando el joven que hay detrás de ella paga el helado, mientras la mira serio y algo sorprendido. Uriel lo mira a los ojos un instante. El hombre no parece prestarle mucha atención, más bien parece molesto por la espera. Uriel sale al exterior y se queda junto a la puerta. Pasados un par de minutos, el joven sale, no repara en ella, pero lo detiene sujetándolo del brazo y lo mira a los ojos.


- Gracias – le dice tímidamente -

El hombre mira la mano que lo retiene y luego la mira a ella. Uriel retira la mano.
- No ha sido nada – le dice serio –
- Gracias – le dice de nuevo - ha sido muy amable, no me di cuenta que nunca llevo dinero.

El joven la mira incrédulo. Sus ojos marrones oscuros se pierden unos segundos en los de ella y por primera vez, Uriel siente temblar su cuerpo bajo una mirada.


- Lo justo es que nos presentemos, después de todo, me ha invitado a un helado. Me llamo Uriel…- dice despacio -
-
Él la observa durante unos segundos mientras Uriel se inclina un poco y al levantar su cabeza le tiende la mano.

El hombre aparenta unos 24 años, alto y delgado, aunque se nota que hace ejercicio de manera regular. Pelo abundante de color castaño oscuro, casi negro, ojos marrones, tristes y muy expresivos, labios carnosos, tiene una voz profunda, su gesto es serio. No es un hombre excesivamente guapo, pero si interesante, su mirada es atrayente, quizás por la tristeza que emana de ella. Lleva un pantalón vaquero y una camisa azul. Debajo de su brazo derecho, como intentando protegerlo de la lluvia, lleva un maletín oscuro. Se inclina a modo de saludo y durante unos segundos duda entre estrecharle la mano o no, finalmente, lo hace. Uriel siente el contacto cálido de la mano firme, suave y fina de largos dedos. El contacto apenas dura un par de segundos.

- Jae Hyun Chul. Ha sido un placer. Y ahora si me disculpa, tengo prisa.

Jae Hyun se aleja corriendo bajo la lluvia sin mirar atrás.

Uriel lo ve alejarse hasta que lo pierde de vista, sin percatarse de que el agua continua cayendo con fuerza y cada vez está más empapada.

Summi está muy intranquila, pero tampoco quiere avisar a Seung Woo. Sabe que su jefe se pondrá mucho más nervioso que ella y no tendrá su tolerancia. Prefiere darle a su compañera un margen de confianza. Espera impaciente el regreso de Uriel, pero las horas pasan y no hay señal de ella. No ha dejado de llover en toda la noche, unas veces con fuerza, otras, como un fino velo de agua apenas imperceptible. La primera claridad del día despunta al alba y con ella, Uriel llega a la casa. Está empapada hasta los huesos, sus ropas chorrean agua. Summi se asusta en cuanto la ve e intenta ayudarla a secarse con una toalla. No hay reproches en su voz, solo se lamenta en voz alta del aspecto desvalido de su compañera y amiga. Uriel no dice nada, se deshace amablemente de las atenciones y se mete en el baño. No cierra la puerta. Abre el grifo del agua caliente y prepara la bañera: un poco de gel que vuelve a agitar para hacer espuma, un par de perlas de aceite. Poco a poco el intenso aroma a fresas impregna la estancia. Se desnuda como hizo a primera hora de la mañana. Su cuerpo se descubre poco a poco frente al espejo bajo su atenta mirada. Cuando está completamente desnuda, se lleva una mano donde está situado el corazón, lo siente palpitar con fuerza, cierra los ojos y respira profundamente. Instantes después se sumerge en la bañera…

Jae Hyun llega empapado de lluvia a casa de su padre. No hay nadie en la casa. Sabe que nadie lo espera. Ha llegado esa misma tarde de Barcelona, España y se ha hospedado en un hotel del centro de la ciudad. No quiere complicaciones con su padre, por lo menos en los primeros momentos. Las relaciones con él no son todo lo buenas que cabría esperar entre un padre y su hijo. Hace años que apenas tienen contacto, pero eso no significa que no se hablen o que no se preocupen el uno del otro. Quiere a su padre y lo respeta, aunque no esté del todo de acuerdo con algunas de las decisiones que este ha tomado en su vida y que han terminado por afectarlo a él en el pasado. Ha finalizado su carrera de arquitectura con éxito y ha pasado los últimos cuatro meses viajando por Europa. Ha estudiado y hecho bocetos de cada edificio antiguo y moderno que le ha llamado la atención en todas las ciudades que ha visitado. Le gustan los edificios antiguos y el arte en general. Es un hombre culto e inteligente, habla varios idiomas, reservado, muy observador, enigmático a veces, serio, no es muy hablador y como buen observador, tiene una paciencia ilimitada. Nunca se enfada, no aparentemente. Apasionado, aunque pocas personas lo dirían a simple vista. En los últimos años se ha concentrado en sus estudios y diseños, por lo que las mujeres nunca han sido una prioridad en su vida, no ha tenido tiempo para al sexo femenino. Naturalmente, ha tenido y tiene amigas. Buenas amigas. Con ellas, es tímido, educado, respetuoso, de exquisitas formas al hablar y comportarse. Aunque jamás ha intimado en exceso con ninguna mujer. Cree en el amor, pero no lo ha experimentado. No se considera romántico, por qué siempre pone por delante del corazón la cabeza, pero en el fondo y aunque él no lo sabe, lo es. Soñar despierto no encaja con su personalidad, o eso piensa. Siempre ha creído que la realidad termina por imponerse.
Lo primero que hizo nada más llegar esa tarde a Seúl fue llamar a su hermano mayor. Kim Hyun Chul le ofreció su casa a sabiendas de que preferiría quedarse con él y no en casa de su padre. Aceptó la invitación de su hermano, pero hoy prefiere dormir en el hotel.
Recorre la casa sin prisa, deteniéndose en cada rincón que le trae recuerdos de otros tiempos. Comprueba que la casa no ha cambiado mucho, mejor dicho, nada, en los cinco años que ha estado fuera. Echa en falta el piano de cola negro que tocaban su madre y hermano. Le vienen a la memoria retazos del pasado junto a su madre a la que apenas ha visto desde hace diez años, cuando él entraba de lleno en la adolescencia, pero no quiere anclarse en viejos recuerdos y continua recorriendo la casa. Llega hasta su antigua habitación y entra. Todo sigue igual, sus viejos libros, comics, CDs, su colección de miniaturas, su ordenador, su balón de basket ball, sus posters de anime dispersos por las paredes…
La habitación no tiene ni una mota de polvo, como si nunca se hubiera marchado, como si aún fuera su refugio y viviera en ella. Sobre la mesa del escritorio aún continúan sus bolígrafos, reglas, lápices de colores con los que solía dibujar, dando forma a sus diseños solo por diversión. Nada de esto le interesa, aunque por un instante, se siente bien recordando momentos vividos a solas entre las cuatro paredes que componían parte de su mundo. Se dirige al armario y extrae una caja pequeña, la abre, comprueba el contenido, la cierra y se la lleva. Va en busca de su coche que sigue aparcado en la parte baja de la vivienda tapado con una lona. La quita con cuidado, la dobla y la deja en un rincón. El coche, un lexus 220 de color azul oscuro tapizado en cuero de color claro, no parece haber sido usado en los últimos años. Las llaves reposan en el asiento. Las mete en el bolsillo del pantalón y le da al botón de arranque. Comprueba con satisfacción que a pesar del tiempo transcurrido, arranca a la primera. Jae Hyun Chul se marcha por donde ha venido. Nadie notará su presencia, nadie sabrá que ha estado allí. Tampoco parece importarle mucho.


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La mañana del día siguiente ha amanecido soleada aunque hace un poco de frío. Jae Hyun se dirige sin prisa a casa de su hermano. Se ha levantado muy temprano. Cuando su hermano le abre la puerta se funden en un fuerte abrazo. Kim Hyun está desayunando e invita a su hermano a unirse a él. Mientras los dos hombres comen, charlan animadamente de los últimos tiempos en los que no se han visto. Kim, está feliz por el reencuentro y no puede disimularlo. Las palabras salen atropelladamente de su boca. Quiere saber que ha hecho su hermano pequeño en los últimos meses y al mismo tiempo le va contando las novedades de la empresa. Le habla del velero que no ha tenido tiempo de estrenar pero que promete hacerlo con él. Del piano que ahora está en su despacho, de proyectos futuros, amigos comunes, mujeres, su madre…Pero omite intencionadamente hablar de su padre.
Jae Hyun le habla de sus estudios, del viaje por Europa. Donde ha estado, lo que ha visto, lo que le ha llamado la atención. Le habla de la diversidad de culturas, costumbres y tradiciones que ha experimentado, de la manera tan distinta que tienen las personas de los países que están al otro lado del mundo de entender la vida, de vivirla, de afrontar el futuro. De la gente que ha conocido, de los amigos que se han quedado atrás. Le habla de edificios nuevos y antiguos, sus diseños, ambientes, parques, museos, espectáculos. En un momento de la conversación pregunta...

- ¿Cómo está?


Kim Hyun no necesita preguntar a quien se refiere, sabe perfectamente que su hermano le pregunta por su padre.

- Bien. Sigue metido de lleno en la empresa. Si me apuras, te diría que más que nunca. Vive y respira trabajo, pero está bien de salud, aunque empiezan a notársele los años.

Jae Hyun observa a su hermano con semblante serio pero no dice nada.

- Te extraña. A pesar de todo, sigue siendo nuestro padre. No puedes echarle la culpa indefinidamente por los errores del pasado. Todos cometemos errores.

Jae Hyun Chul sonríe sin mirarlo, pero no dice ni una sola palabra.

- He de irme. Tengo una reunión dentro de una hora. Es importante. La aplazaría, pero no puedo ¿Quieres venir conmigo? Después de todo, en algún momento tendrás que venir a la empresa.

Jae Hyun parece pensar durante unos segundos...


- De acuerdo. Iré contigo, pero antes, dime donde voy a dormir.
- Escoge la habitación que más te guste. Estás en tu casa, ya lo sabes.


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Uriel y Summi se han levantado temprano y desde las primeras horas del nuevo día están en la sala de ensayos. En un rincón, Summi repasa algunos papeles sentada a una mesa, mientras toma una taza de café. Está muy concentrada en lo que hace, la música que suena de fondo no parece molestarla, de vez en cuando levanta la vista y ve bailar a Uriel, repitiendo una y otra vez los pasos de una nueva coreografía que se ha creado para ella. A pesar de las horas que lleva bailando, Uriel no parece excesivamente cansada, aunque las gotas de sudor empiezan a cubrir su frente. El coreógrafo da por concluida la clase y se despide de ambas mujeres abandonando la sala. Uriel se acerca a su amiga mientras esta recoge los papeles dispersos en la mesa y los guarda en su bolso.

- Ve a ducharte, hemos de ir a la empresa. Seung quiere que comamos con él.

Uriel se marcha a las duchas y regresa a los pocos minutos. Lleva un pantalón vaquero azul muy ajustado, un jersey fino del mismo color con un pequeño escote en forma de uve que se pega a su cuerpo insinuando sus formas de mujer y unas botas altas de tacón muy fino en color negro. Colgado de su hombro izquierdo, un bolso de piel negro y en su mano derecha, una bolsa de loneta que Summi le quita con delicadeza cuando llega junto a ella.
Summi repara de nuevo en que Uriel no se ha secado el pelo, por lo que las gotas de agua empiezan a empaparle el jersey.


- Tendrás frio. Hoy hace frio Uriel. deberías haberte secado el pelo. Si te resfrías ahora, a Seung le puede dar un infarto. Quedan pocos días para tu debut.
- No tengo frio – dice a modo de explicación y comienza a andar detrás de su amiga.


Cuando llegan al edificio de la MGIC, las dos mujeres se dirigen al despacho de Seung Woo. No hay nadie en su interior, pero entran y se sientan en los sillones que hay frente a la mesa. Summi extrae el teléfono móvil de su bolso y hace una llamada. Uriel se acerca a uno de los ventanales y contempla el exterior. El sol se cuela tímidamente a través del vidrio y le da de lleno en la cara. Cierra los ojos y se deja acariciar por él mientras escucha a su amiga hablar por teléfono.

- Estamos en tu despacho…ok, te esperamos.

A los pocos minutos, Seung Woo entra en el despacho.


- ¿Qué tal todo?
- Bien.

Uriel se vuelve despacio.

- ¿Cómo te encuentras?
- Bien, gracias. No debes preocuparte, estoy bien – responde sonriendo.

Seung Woo la mira a los ojos. Por un instante se pierde en ellos y lo invade una gran ternura. No puede evitar sentirse atraído por la joven que descubrió gracias a su padre hace ya algunas semanas. No sabe si los sentimientos que despierta en él son de amor, tampoco quiere planteárselo. No debe. Solo deja pasar el tiempo, metiéndose de lleno en su trabajo, ocupando su mente. Jamás le ha dicho nada sobre ello, ni a ella, ni a nadie, pero su corazón late mucho más deprisa cuando la tiene cerca, cuando inconscientemente piensa en ella. Quizás por eso, y por qué sabe que este mundillo en el que ambos se mueven no es del todo idílico, se siente sobreprotector con ella. Es tan hermosa, tan fascinante, dulce, tan inocente. No, realmente no puede evitarlo, aunque lo intenta con todas sus fuerzas. Sabe que sería un error demostrarle sus sentimientos. Sabe además que es solo un sueño. Un hermoso sueño que él no puede permitirse. No ahora. No con ella.
Summi lo mira. Intuye desde hace ya tiempo que su jefe se siente atraído por Uriel. Cada vez que ve como la mira, se le encoge el corazón. Le duele. Él no le ha dicho nada, tampoco hace falta. Seung no le dirá nada a la joven, no le demostrará su cariño y ella lo sabe. Eso la hace estar más tranquila, al menos, de momento.


- ¿Qué os parece si comemos en Ahndamiro? – dice mirando a Summi.
- Por mi perfecto. Me gusta la comida italiana.

Uriel asiente con la cabeza, salen del despacho y se dirigen a uno de los ascensores.

Kim Hyun y Jae Hyun llegan a la empresa y se dirigen a los pisos superiores. Kim se despide de su hermano a las puertas de una de las salas de reuniones con la promesa de que comerá con él un poco más tarde, cuando la reunión termine. Antes de entrar se vuelve hacia su hermano.

- Ve a verlo – no dice nada más, aunque tampoco hace falta.

Jae Hyun se queda unos segundos en medio del pasillo. Parece dudar de lo que va a hacer, pero se encamina hacia el despacho de su padre.
La puerta del pequeño despacho que sirve de antesala al de su padre y que ocupa una secretaria, está abierta. La mujer de unos 35 años, bonita y de rasgos latinos conoce bien al joven que entra, aunque hace años que no lo veía. Se levanta y lo saluda inclinándose un poco. Él le devuelve el saludo.

- ¿Está ocupado?
- No.


- Ok.

Se queda unos segundos contemplando la puerta mientras la mujer lo mira. Finalmente, entra.
Sae Hyun está de espaldas a la puerta sentado detrás de la mesa, contemplando a través del gran ventanal la capital de Corea. Parece estar discutiendo por teléfono. No se percata de que alguien ha entrado en su despacho. Jae Hyun se acerca hasta la mesa, pero no se sienta en las butacas que hay frente a él. Durante un par de minutos contempla a su padre. Enérgico como siempre, da órdenes a alguien a través del teléfono. Puede que su hermano tenga razón y empiecen a notársele los años, pero está claro que su carácter no ha variado ni un ápice en los últimos tiempos. Su tono de voz no deja lugar a dudas, está molesto. Cuando da la conversación por concluida se gira y ve a su hijo pequeño. Cuelga el teléfono y apenas lo mira, concentrándose en revisar unos papeles que hay sobre la mesa.

- ¿Cuándo has llegado?
- Ayer.
- ¿No sabes que lo primero que hace un buen hijo es ir a ver a su padre? – le dice sin mirarlo, sin levantar la vista de la mesa.
- Depende del padre.

Sae Hyun levanta la vista y lo mira desafiante.

- Veo que no has cambiado en nada.
- No lo creo necesario.


Sae Hyun mira a su hijo detenidamente. No ha cambiado mucho. Cada día se parece más a su madre.

- ¿Dónde te alojas?
- En casa de Kim.
- ¿Piensas quedarte allí?
- Si.
- Como quieras – da la conversación por concluida y mira de nuevo los papales que tiene delante.

Jae Hyun lo observa durante unos segundos

- No has cambiado mucho.
- Tú, nada – dice sin mirarlo.

El joven da media vuelta y se dirige a la puerta. Antes de salir, oye de nuevo la voz de su padre.

- Vete pensando que vas a hacer. Tienes un despacho y mucho trabajo en la compañía. Si no quieres trabajar aquí...

Jae Hyun no se vuelve, pero le contesta antes de salir.


- No quiero trabajar aquí. No te preocupes, tengo trabajo. Sé cómo ganarme la vida.

Sale del despacho cerrando la puerta tras él.
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“Ahndamiro” es un restaurante situado en Gwanhun-dong Jongno-gu. De estilo toscano tradicional, decorado con muy buen gusto, mucha madera, una escalera que llama la atención por su elegancia y es un local ideal para reuniones de amigos o parejas que pueden degustar en él excelente comida italiana, buenos vinos y un servicio impecable. El camarero acompaña a Uriel, Seung y Summi a una mesa que está situada en un rincón junto a una ventana. Mientras los tres amigos están mirando la carta, entran en el restaurante los hermanos Hyun Chul. Kim Hyun se percata en seguida de su presencia y se acerca hasta ellos seguido de su hermano menor. Uriel mira atentamente la carta y no los ve llegar. Seung Woo se levanta y saluda a ambos hermanos inclinándose. Hace años que no ve al hijo pequeño de su jefe y le sorprende lo poco que ha cambiado en los últimos años, al menos, aparentemente. Sigue siendo el joven que él recuerda. Jae Hyun le estrecha la mano afectuosamente. Summi no se levanta, pero también los saluda inclinando un poco la cabeza. Uriel parece no haberse percatado de nada y continúa leyendo. Su cabeza está parcialmente tapada por la carta, por lo que Kim Hyun no la reconoce en los primeros instantes. Los tres hombres hablan animadamente de pie junto a la mesa. Kim Hyun llama al camarero y le indica que los cinco comerán juntos. Pasados unos segundos, el camarero coloca los servicios que faltan y los dos hermanos toman asiento.
Los tres hombres continúan hablando animadamente. Mientras, Summi le indica a Uriel en voz baja que tienen nuevos comensales a su lado. Uriel no responde, pero deja la carta sobre la mesa y mira. Frente a ella, absorto en la carta del restaurante, está sentado el hombre que le pagó el ice cream y se queda sorprendida, aunque él no la mira. Ni siquiera parece haberse percatado de su presencia y si lo ha hecho, no le ha dado importancia. Kim Hyun la observa durante un par de segundos y le sonríe abiertamente.


- Tenemos con nosotros a la nueva figura de la compañía – dice a modo de saludo – Hace tiempo que no la veía. Uriel ¿No?

Uriel no responde. No lo ha oído. Ni siquiera lo mira. Todos sus sentidos están centrados en el hombre que tiene frente a ella. El hombre que la hizo temblar solo con mirarla, el hombre que la hizo sentir una infinita ternura mientras lo veía alejarse bajo la lluvia, el hombre al que le gustaría preguntarle mil cosas y descubrirlo poco a poco, sin prisas, despacio, como se hacen las cosas sencillas que nacen del alma. No sabe la razón, pero le encantaría escuchar de nuevo su voz, que la mirara a los ojos, que le prestara atención. Cuando él deja la carta y sus miradas se encuentran, Uriel siente de nuevo detenerse el tiempo, palpitar con fuerza su corazón y una gran ternura la inunda por dentro…



Fin del segundo capítulo.

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