CAPÍTULO PRIMERO
"HERMANAS"

El cielo amaneció cubierto por un manto de nubes oscuras. Sonó la alarma del despertador, alargué la mano palpando hasta encontrarlo, bajé el botón para que dejase de sonar, levanté la cabeza un poco adormilada para ver la hora que era. Las siete y media de la mañana, había tiempo suficiente para otra cabezadita. Tapándome con la almohada la cabeza, me volví a dormir.

- ¡María, despierta o llegarás tarde!


La voz de mi hermana pequeña resonó por toda la habitación. La ignoré dándome la vuelta enredándome aún más entre las sábanas, noté sus manos frías sobre mí intentando levantarme, sin éxito.


- ¡Ya! Ya me levanto, todavía tengo tiempo para entregar mi nueva novela, no te preocupes - le dije a Luna entre molesta y adormilada.


- Creo que no, te dormiste. Son las ocho y media y tu cita con el editor es dentro de una hora.

- ¿Qué?

Me giré sobre la cama para mirar la hora

- ¡Llegaré tarde si no me doy prisa!

Me levanté de un salto, le di un beso en la mejilla a mi hermana al pasar por su lado cuando iba al baño, agradeciéndole el gesto. Media hora después estaba lista. Hacía mucho el tener el cabello corto en un caso como este. Me miré en el espejo para darme los últimos retoques de maquillaje. Me encantaban mis almendrados ojos azules, hacían resaltar mi cara. Me di brillo en los labios, los tenía pequeños y llenos, sensuales.

Le di un beso al aire a la imagen reflejada en el espejo. Una pequeña sonrisa asomó en mis labios satisfecha de mi apariencia.

- ¡Lista! - dije mirando el impecable traje pantalón de color tostado que me había puesto para la ocasión. Resaltaba mi figura, alta y delgada.


Salí de casa despidiéndome de mi hermana Luna, desayunaba tranquila en la cocina con el televisor encendido, levantó la mano a modo de despedida sin mirarme, concentrada en las noticias de las ocho.


Hoy era un gran día para mí, iba a entregar mi última novela de la saga “Los viajeros del tiempo” que me había hecho famosa entre los lectores de mi país y que en los últimos meses estaba siendo traducía a varios idiomas, con un poco de suerte, también firmaría para que mis libros fuesen llevados a la pantalla grande.


No tenía que llegar tarde a la editorial, no deseaba dar mala impresión a las personas que seguramente harían de mis libros un best-seller. El sueño de todo escritor, ser reconocido por sus obras a nivel internacional. Eran las nueve en punto de la mañana cuando pasaba por la recepción de la editorial


- ¡María, date prisa! acaban de entrar los productores y nuestra jefa a la sala de reuniones, no te demores— me gritó Olivia, la recepcionista.


- Gracias “Oli” – le agradecí.


Apresuré el paso, ya que con los tacones no podía correr, llegué al ascensor justo a tiempo de que cerrara sus puertas. Suspiré esperando no llegar cuando todos estuviesen sentados, me moriría de vergüenza. Me paré en frente de la puerta, cogí un poco de aire, soltándolo después para tranquilizarme. Abrí la puerta despacio pero decidida. Llegaba justo a tiempo, todos se estaban acomodando en los sillones.


Una hora después salí toda contenta y emocionada con un contrato entre mis manos. Iban a llevar mi saga al completo a la pantalla grande.


El teléfono comunicaba. Con esta era la cuarta vez que llamaba a Luna al móvil y no me contestaba.


- ¿Dónde te has metido eh? - pregunté mirando su número en la pantalla del teléfono. Más tarde la volvería a llamar, por el momento, tenía trabajo que hacer en mí despacho.


Mi pasión por escribir apareció tras años de corregir y corregir ensayos de la gente, mi trabajo consistía en aprobar los escritos que eran buenos e interesantes, los que enganchaban al poco de leer unas cuantas páginas. Así surgieron mis ganas de escribir mi primera novela romántica. Fue rechazada, aunque dijeron que no era mala, que estaba muy bien redactada, solo que los personajes no mostraban sentimientos, eran fríos e impersonales.


No me rendí tras aquella derrota y seguí intentándolo hasta el día que fue aceptado mi primer libro. Un libro que después se convertiría en el primero de los tres que formaban la saga de aventuras y fantasía, haciéndome reconocida entre los adolescentes y por los no tan jóvenes. Nunca imaginé que algunos de mis libros serían elegidos para llevarlos al cine, estaba ilusionadísima por ello, y con la única persona que quería compartirlo en este mundo era con mi hermana pequeña Luna, lo único que quedaba de mi familia, a la que cuidé como si fuese hermana e hija a la vez, a pesar de los escasos seis años de diferencia de edad que nos llevábamos.


Me senté en el sillón de mi escritorio, allí tenía una foto de Luna y yo sonriendo a la cámara mientras ella la sostenía, nuestras cabezas estaban muy juntas cuando fue tomada la foto. Miré el rostro de mi hermana, tan lindo, con sus ojos marrón oscuro, casi negros, con largas pestañas, la boquita parecida a la mía y su cabello castaño oscuro ondulado, poseía una melena hermosa. Nadie podría decir a simple vista que éramos familia, tan diferentes la una de la otra. Ella más bajita que yo e incluso algo más llenita, pero eso no le restaba encanto a su persona.


Amaba a Luna, su juventud, su espontaneidad, su inocencia, la pasión que ponía cuando tenía que hacer algo, su amabilidad con las personas. Era una personita apasionada y llena de vida, aunque a veces tuviésemos nuestras peleas. No carecía de genio, la verdad.


Dejé la fotografía en su sitio y la volví a llamar… nada, no me lo cogía “¿Dónde se había metido? Seguro se le olvidó el móvil en casa ¡pero qué despistada! No cambiará nunca” sonreí mientras metía el móvil en el bolso.


El hecho de ser escritora en mis ratos libres no me impedía seguir con mi tarea en la editorial, los nuevos ensayos se amontonaban sobre la mesa. Cogí uno al azar leyendo el enunciado “Hasta la eternidad”.


- Umm buen titulo - dije hojeando un poco por encima.


Empezó a sonar “Somebody To Love” la voz de GD se oía en mi bolso. Lo cogí


- ¡Por fin! ¿Dónde estabas? Te estuve llamando toda la mañana.


- Me dejé el móvil en casa ¿todo fue bien?


- ¡Más que bien! ¡Van a producir los tres libros! ¿Te imaginas?


- Tendré una hermana famosa – dijo riendo - ahora no tendrás la excusa de que no tienes tiempo de conocer a un buen hombre, se presentaran muchas oportunidades ¡Y quiero un cuñadito bien guapo!


- ¡Ay Luna! Siempre estas con esas, hoy en día no hace falta tener un hombre al lado. Además… ¡hay muchos donde escoger y no tengo prisa!


- Ya, pero una se siente protegida, amada, y el saber que no estas sola, que siempre estará esa persona contigo cerca de ti…


Las últimas palabras de Luna fueron tristes y llenas de añoranza.


- ¿Te pasó algo? Te noto un poco deprimida


- No María…solo que cuando conoces a alguien y esa persona te llega muy adentro, solo quieres estar con él, cerca de él, sentir lo que él siente, desear ser abrazada…Pero a veces… es imposible. Esa persona puede estar al otro lado del mundo… - su tristeza se dejaba notar a través del teléfono.


- ¿Y eso? ¿hay algo que no me has contado? - pregunté extrañada por sus tristes palabras. Luna no solía ser así.


La notaba un poco rara desde hacía unos meses, salía menos que antes y estaba siempre pendiente de sus correos, más de una vez la pillé chateando con gente, pero a su edad, es normal. Seguro que estaba pasando por un pequeño bache. “Esta noche tendremos una larga charla” No me gustaba verla así, se me encogía el corazón al oírla hablar con ese tono.


- No te preocupes hermanita, no es nada. Por cierto, esta noche llegaré un poco tarde, he quedado con unos amigos.


- OK, ten cuidado de regreso a casa - la aconsejé.


- Si mami – fue lo último que oí antes de que se cortara la comunicación.


Reconocía que era un poco protectora con ella, pero no lo podía evitar. Analicé las palabras que habíamos intercambiado. A mis treinta años no me había enamorado nunca, no tuve tiempo de hacerlo, mi única prioridad era mi hermana y mi carrera. Recordé las palabras que una vez me dijo mi padre, él era la persona que mejor me había conocido.


- María, es tan grande tu mundo interior, que no necesitas a nadie. Cuando te enamores, más te vale que esa persona te ame con locura y para siempre, porque si no…será tu perdición.


Esas palabras siempre las tenía en mente, puede que fuesen las culpables de no querer enamorarme por miedo a que me hicieran daño.

Ahora sabía que en el transcurso de los años me había perdido algo muy importante de la vida, sobre todo, notaba esos espacios en blanco, ese vacío en los momentos en los que deseaba que la carga que llevaba fuera compartida con alguien más, sentirme amada como mujer y al mismo tiempo, deseaba sentirme protegida cuando la soledad me rodeaba con sus brazos y pensaba que es muy difícil librarse de ella. En esos momentos, me hundía cada vez más y más… Pero bueno, esa época ya pasó, y la tenía a ella “Luna” Era ella la que llenaba con su ternura mis espacios en blanco.

Era hora de regresar a casa, me había entretenido con el nuevo ensayo, prometía, estaba interesante, no pude dejar de leer hasta terminarlo.

Dieron las diez de la noche en el reloj de pared del despacho, cogí mi bolso y salí de allí dirigiéndome al aparcamiento. Empezó a lloviznar, por lo que decidí regresar caminando, dejando allí el coche. Me encanta la lluvia, ya tendría tiempo de recoger el auto al día siguiente.

Era una noche cálida y las pequeñas gotas de agua eran agradecidas, me encanta sentirlas en mi rostro, tan suaves y ligeras, escuchar el sonido que hacen al caer contra el suelo mientras se mezclan con los sonidos de la ciudad. Pasear bajo la lluvia y observar como la gente se refugia bajo las cornisas de las tiendas y portales, preocupados por su peinado o por no arruinar sus prendas al mojarse. Sonreía al verles con caras de fastidio. Sin embargo yo disfrutaba del momento de ser mojada por esas diminutas y húmedas fuentes de vida, sentirlas en mi piel… Cerré los ojos por un momento mientras notaba como mi cuerpo respondía a la caricia del agua. Suspire lentamente en una mezcla de placer y satisfacción.


Me gustan los pequeños detalles, como una flor bañada por el rocío de la mañana, aspirar su fragancia como quien aspira la vida, despacio y profundamente, una puesta de sol en cualquier época del año, ya haga frio o calor, pasear por la arena de la playa sintiendo a las olas acariciar mis pies desnudos, el mar… Adoro el mar, sus colores, su música envolvente, a veces vigorosa, furiosa, otras…suave como una caricia, delicada, esa línea de unión con el cielo, lejos, muy lejos, y al mismo tiempo…mía. Siempre he pensado que el mar encierra un universo paralelo y mágico del que yo he formado parte en otra vida.


Me paré enfrente de una tienda, el escaparate estaba lleno de velas de distintas formas y tamaños, aparte de otras pequeñas piezas de decoración. La tienda estaba abierta, entré. Me había quedado prendada de una rosa de un tamaño considerable, parecía real. Me acerqué a ella, su delicado aroma llegaba hasta mí, su tallado era perfecto al igual que su intenso color granate, no pude menos que comprarla. Nuestra casa está llena de estos pequeños detalles y ya sabía donde pondría esta hermosa flor. Sonreí.


Tres horas más tarde…


La una de la madrugada y todavía no había llegado Luna, algo raro en ella, pues era jueves y entre semana, no se demoraba tanto. Tenía que dejar de ser tan protectora con ella y darle más espacio, ya no era una adolescente, era una mujer, pero se me hacía difícil asimilar que un día alguien me la robaría. Alejé esos pensamientos de mi mente, era ley de vida que fuese así, solo que el hecho de pensarlo, me entristecía.


Paseaba inquita de un lado a otro, era raro que no me hubiese llamado si se hubiese quedado en casa de un amigo. Bueno, le daría un poco más de tiempo antes de llamar a Nacy, su mejor amiga.


Volví a mirar la hora…”Las cuatro ¿Dónde se habrá metido?”


No me di cuenta y poco a poco me quede dormida en el sofá, esperándola…

Desperté sobresaltada al oír que llamaban a la puerta. Miré la hora, eran las siete. El sonido persistente del timbre me hizo reaccionar y me levanté de un salto. Abrí la puerta con cautela, era muy pronto para recibir visitas.

- ¿Familiar de Luna Sellés?- tenía delante de mí a una pareja de policías uniformados y con unas hojas en la mano.


- ¿Sí?


Se me empezó a formar un nudo en la garganta, tenía un mal presentimiento “Seguro que le han robado el coche y por eso no llegó a casa temprano” Sin darme cuenta, empecé a temblar.



El corazón me empezó a latir muy deprisa, esperando a que terminase de hablar el agente. No entendía lo que decía, sentí como una niebla se iba apoderando de mí haciendo que me marease y sintiese nauseas, la visión se volvió borrosa y un pitido empezó a sonar en mis oídos haciéndose cada vez más fuerte. Lo único que pude entender antes de sumergirme en una oscuridad total, fue que Luna había tenido un accidente de coche.


Desperté con dolor de cabeza y la boca seca. Había tenido una traumática pesadilla sobre Luna. Pensé que el hecho de esperarla despierta durante buena parte de la noche era la causa de mi pesadilla. Me levanté de la cama…

“¿Cómo he llegado hasta aquí”

La bruma de mi mente empezó a deshacerse. Todos los acontecimientos pasados volvieron a mí con nitidez “No, no podía ser. Fue todo una pesadilla…Sí, eso era”

Respiré profundamente e Intenté tranquilizarme. Era hora de despertar a Luna…
 



Fin del primer capítulo.

One Response so far.

  1. Anónimo says:

    por favor sigue subiendo caps

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